Antropología: el origen del machismo

No quería escribir un artículo sobre machismo por no salirme de la temática del blog, pero dadas las ultimas conversaciones que he tenido en Twitter creo que es necesario exponer mi postura. Así que secuestro un poco el blog. Pero solo un poco, porque creo que algo de antropología podemos aprender. Y, ¡oye!, la antropología es ciencia :-).

El contexto


Como sabéis se ha celebrado el Summit Paleo 2015 recientemente. Para los que no lo sepan, es una conferencia donde se habla de la filosofía Paleo. Yo no asistí, pero leyendo este artículo parece que hubo más de una expresión machista en las charlas y, si lo unimos al hecho de que no hubo ni una ponente mujer, es para hacérselo mirar.

Como dice un compañero de trabajo cuando defendemos las cuotas: en la sociedad hay mitad hombres, mitad mujeres, y no hay ninguna razón evidente para pensar que esa proporción no se deba mantener en los trabajos o en cualquier otro lugar (esto debería ser así por pura estadística). Por lo tanto, si no hay mujeres ponentes es que ha habido selección de algún tipo.

Luego podemos entrar a valorar por que se ha producido esa selección: si ha sido inconsciente, si ha sido deliberada, si ha sido mezcla de las dos, si ha sido autoexclusión, etc. Pero la selección está ahí y no se puede negar.

Para qué sirven las cuotas


Ya que hemos hablado de ellas, voy a explicar para qué creo que sirven las cuotas. Como he dicho antes las cuotas se emplean para forzar un sistema a eliminar la selección en base al sexo, a la raza, a la nacionalidad, etc.

Es importante darse cuenta de que las cuotas, a pesar de ser artificiales, son necesarias. Pasa como con los impuestos: distorsionan la economía, pero es que es precisamente lo que queremos, distorsionarla. Las cuotas fuerzan a toda la sociedad (mujeres y hombres) a priorizar la igualdad por encima de otras cosas. Esto es así porque en cualquier sistema las restricciones fuerzan la eficiencia. Por lo tanto una forma efectiva de mejorar un sistema es restringiendo algo en el mismo.

Os pongo un ejemplo que a mi me sucedió cuando estuve en un partido político. Había que confeccionar las candidaturas y no se presentó más que una mujer, los demás todos hombres. Como se quería hacer una lista paritaria se debatió el asunto y entre las posibles causas -y mencionada por las mujeres- estaba la de que no se querían presentar. Sin embargo, al haber cuotas, ellas mismas se vieron forzadas a hacerlo porque si no, no salía adelante la candidatura.

¿Qué quiero ilustrar con esto? Pues que las cuotas no son para quitar un hombre y poner a una mujer, sino para forzarnos a todos, por encima de lo demás, a priorizar la solución a los problemas que crea el machismo. En este caso acabar con el techo de cristal. Las cuotas son una distorsión voluntaria que introducimos en la naturaleza para mejorar como sociedad. Es lo que tenemos los humanos: que podemos modificar nuestro entorno, en vez de dejarlo todo a las leyes naturales (a pesar de lo que diga tanto apologeta del libre mercado y el laissez faire).

No quiero que del párrafo anterior se extraiga la idea de que las mujeres son las culpables del techo de cristal. Que una mujer no se quiera presentar no quiere decir que haya elegido eso libremente. Podría estar coaccionada activamente, podría estar influída por su modelo mental de lo que se espera de ella, podría tener otras prioridades impuestas por el resto de la sociedad (como cuidar a sus hijos o ancianos), etc.

Lo importante es que las cuotas obligan a modificar el statu quo y que, aunque no son la herramienta perfecta, han funcionado anteriormente (por ejemplo, para resolver políticas de exclusión racista). Personalmente, estoy seguro de que podemos hallar herramientas más eficientes, pero para diseñarlas necesitamos entender qué causa el problema y, a día de hoy, me temo que nadie ha dado con una respuesta satisfactoria a esto.

Estudiar el machismo


Aceptado que el machismo existe, y si queremos solucionarlo, podemos hacer dos cosas: estudiarlo para acabar con él, o esperar a que se extinga por si solo, bien sea por el paso del tiempo o por acciones de confrontación. Estando de acuerdo en que hay mucho machismo disfrazado de ciencia, al igual que había racismo disfrazado de ciencia hace un par de siglos (había mucho estudio sobre lo inferiores que eran los negros, por ejemplo, y como eso legitimaba la esclavitud) me parece una postura extrema negar la posibilidad de estudiar el posible origen biológico del machismo.

Evidentemente esto implica que, con gran probabilidad, habrá más hombres estudiando el machismo que mujeres, por el simple hecho de que el hombre, a día de hoy, copa los puestos de responsabilidad y de investigación. Pero esto no quiere decir que no se pueda. La Revolución rusa no la diseño un obrero, la Revolución francesa no la dirigió un campesino, y la Transición española no la dirigió Carrillo. Me parece muy bien que las mujeres lleven el peso en la decisión de cómo quieren dirigir su vida, pero es utópico querer vencer al machismo sin contar con los hombres (más allá de exterminar o sojuzgar al sexo masculino; pero las soluciones temporales ya sabemos como suelen acabar).

Lamentablemente, a día de hoy, el problema del origen del machismo está lejos de ser resuelto. Se sabe que existe, pero no hay ninguna teoría ampliamente aceptada del por qué. Esto puede ser porque no hayamos dado aún con ella o porque sea un problema multifactorial (como pasa con la obesidad) y estemos obcecándonos en encontrar la solución última cuando no la hay y se trata de ir modificando muchos detalles.

Veamos que dicen dos de los más importantes antropólogos sobre el machismo.

El machismo para Marvin Harris


Marvin Harris se plantea cómo es posible la perpetuación del patriarcado sin la connivencia del sexo femenino. Su razonamiento es que las mujeres podrían seleccionar la descendencia puesto que a lo largo de la historia son las que han educado y criado a los niños. Cuando habla de selección habla de introducir sesgos en la educación a favor del sexo femenino o, incluso, de deshacerse de los niños varones para aumentar la población femenina. Es evidente que ninguna de las dos cosas pasa (y fijaos que la selección sexual sí se ha dado por ejemplo en China, pero para lo opuesto: criar más varones) ¿Por qué no seleccionan las mujeres a los niños y le dan la vuelta a la tortilla? No da una respuesta convincente.

Para ilustrar su punto de vista habla de la tribu de los yanomamo, la sociedad más violenta y machista conocida, y postula la escasez de proteína como causante de la violencia machista. Según él, cada poblado compite con los otros por la proteína, que escasea, y para ello necesitan hombres violentos que cacen más y se peleen con el poblado vecino. Por ello, las mujeres perpetuarían el machismo en aras de la consecución de la proteína para todos. Suena bien pero, ¿no sería para las mujeres más fácil sesgar la población y ponerse a cazar ellas?

También sugiere que, dado que la historia de la Humanidad ha estado marcada por la guerra, siempre ha sido necesario fomentar los ejércitos y la violencia. Tradicionalmente las formas de fomentar algo en sociedades humanas han sido la restricción en el acceso a la comida, o el premio basado en sexo. Como la restricción en el acceso a la comida influiría en la efectividad de los ejércitos, concluye que es mucho más lógica una estrategia basada en el sexo. Para que esto ocurra se tiene que dar una asimetría, y uno de los dos sexos tiene que ser el guerrero mientras que el otro se sometería y sería el premio. Personalmente creo que este razonamiento falla porque, si fuera verdad, se hubiesen producido con más frecuencia sociedades donde las guerreras fueran las mujeres y no ha sido así.

El machismo para Yuval Noah Harari


En cuanto a Yuval (un autor de rabiosa actualidad), aporta que, de todos los mitos sociales inventados por el hombre, el único universal ha sido el sesgo hombre-mujer. Antropológicamente se ha dado en todo tiempo y lugar salvo alguna excepción testimonial de sociedad matriarcal. El sesgo hombre-mujer parece estar por encima de todos los demás: razas, religión, equipo de fútbol, etc. En efecto, al menos desde que existe la historia, todos los escritos, leyes, cuentos, etc. son patriarcales, y todas las sociedades se han dividido además de en castas, razas o clases, en hombres y mujeres.

Así, por ejemplo, las castas en la India medieval eran motivo de vida o muerte, mientras que la riqueza es lo que mide la jerarquía en las sociedades occidentales actuales. En otras sociedades, como la antigua Sudáfrica o EEUU, la raza establecía la jerarquía social. Sin embargo, todos estaremos de acuerdo en que las castas en Occidente no son algo relevante (ni siquiera existe ese mito aquí). Pero es una constante en todas las sociedades que, a las jerarquías específicas de cada una, se superponga la jerarquía hombre-mujer, y siempre salga ganando el hombre.

Esto nos debería hacer pensar que, como mínimo, el problema del machismo es uno de los más complejos y enquistados. Como máximo, podríamos hasta afirmar que es diferente a cualquier otro problema de exclusión creado por el hombre.

El propio Yuval (y yo también) duda de si el machismo es un mito similar a los otros, o si tiene un origen más profundo (por ejemplo de origen biológico). Sea como sea, sigue siendo intrigante por qué siempre ha existido la división hombre-mujer y por qué siempre ha favorecido al hombre. Incluso aunque sea un constructo humano, y desaparezca de repente en el próximo siglo, deberíamos explicar por qué ha perdurado tanto.

Así, como digo, creo que es prioritario analizar el origen del machismo si queremos darle una solución duradera, creíble y lo más rápido posible. Si no logramos explicar el fenómeno corremos el riesgo de involucionar de nuevo.

Las hipotesis sobre la genesis del machismo


Repasemos las teorías que enumera Yuval sobre la explicación biólogica del fenómeno del patriarcado. Recordad que ninguna explica por si misma el problema:

  • Potencia muscular: esta teoría dice que los hombres, al ser más fuertes que las mujeres, serían capaces de dominarlas. Hace aguas porque esto es cierto solo en términos globales (hay mujeres más fuertes que otros hombres), porque las mujeres se han dedicado a trabajos físicos desde siempre, mientras se les vetaban los intelectuales, y porque, simplemente, en las sociedades humanas el poder no se obtiene por ser el más fuerte, sino por ser el más hábil socialmente. Los presidentes de nuestros estados no son tipos mazados de dos metros de altura. De hecho, por término medio, los tipos mazados suelen acabar formando parte de las fuerzas de seguridad que no son precisamente lo más alto de la escala social.

  • La escoria de la sociedad: esta teoría es como la anterior pero dice que la dominación se basa en la agresión, no en la fuerza. Los hombres habrían evolucionado más violentos que las mujeres y ejercerían la violencia para someterlas (sería algo parecido al modo de dominación que aplican los maltratadores pero generalizado). Además, en épocas de guerra, los hombres dominarían la sociedad civil, y usarían ese poder para desatar más guerras. Este circulo vicioso explicaría la universalidad del machismo y la guerra. De nuevo, esta teoría no encaja perfectamente por lo que hemos dicho: los que dirigen la violencia y las guerras nunca han sido históricamente los más fuertes, sino los más hábiles.

  • Genes patriarcales: esta hipótesis se basa en que la evolución ha primado a los hombres que vencían sobre los otros a la hora de buscar mujeres para procrear. Las mujeres, por su parte, habrían devenido sumisas al necesitar a un hombre para proporcionar sustento a los bebés hasta que se hacen adultos. El problema de esta teoría es que hay animales como los elefantes o los bonobos donde las hembras cooperan para criar a sus hijos y acaban dando como resultado sociedades matriarcales.


Estas son, a grandes rasgos, las teorías más aceptadas para explicar el origen biológico del machismo. Quedaría otra posibilidad, como he dicho antes: que el machismo no tenga en absoluto un origen biológico y sea un simple constructo intelectual humano (un mito). Hay indicios de que pueda ser así por el simple hecho de que, en más o menos un siglo, las mujeres han pasado de no tener alma ni entidad jurídica (en los 70 en España todavía hacía falta un marido o un padre para que una mujer abriese una cuenta bancaria) a ser totalmente independientes. Sigue existiendo el techo de cristal, pero ni de lejos eso se acerca a lo que ha sucedido históricamente.

Y si retrocedemos más, hasta hace muy poco las mujeres eran propiedad de los hombres, ni más ni menos. Hasta tal punto era así que los códigos legales de la antigüedad penaban la agresión a las mujeres como ahora penamos la agresión contra la propiedad privada. Así, por ejemplo, hasta 1997 sin ir más lejos, en Alemania no se contemplaba la posibilidad legal de que un marido pudiera violar a su esposa. En efecto, si la mujer es considerada propiedad del marido, violar a una esposa sería algo así como si un hombre se robase su propia cartera.

Así pues, podría ser que la separación jerárquica hombre-mujer sea inventada, como la racial o la de castas pero entonces, ¿cómo ha durado tanto? ¿Y por qué siempre ha favorecido al hombre? Son preguntas para las que aún no tenemos respuesta. Y más vale que las hallemos porque si no, como he dicho, veo difícil solucionar el problema y no volver a caer en él.

Y de momento, aquí paramos, que si no se pone la cosa muy densa. En una próxima entrega os contaré una pequeña historia patriarcal que me sucedió el otro día, y mi visión del machismo en el presente.

Hale, no paséis demasiado calor (los de hemisferio norte) ni demasiado frío (los del sur).

Comentarios

  1. Muy interesante Ivan, con ganas de la segunda parte... anda animate que ya ha acabado el veranito... chao!

    ResponderEliminar
  2. Gracias Rosa. Como dices, se acaba el verano y volveré a la carga. Lo que no creo que haga es escribir la segunda parte. Ya sé que dije que lo haría, pero sería un artículo más de opinión que otra cosa y, la verdad, no me apetece nada tocar el tema.

    Desgraciadamente el machismo es un asunto sobre el que cuesta mucho debatir y no tengo ganas de enfrentamientos ni malos rollos, que me da pereza.

    Así que, como esto es un blog de divulgación, habrá que conformarse con la primera parte (que es la "científica"). La segunda parte, si nos vemos un día en persona, no tengo problema en contártela ;-).

    Saludetes.

    ResponderEliminar
  3. Ok, tienes razón no esta en linea con el blog.. aunque creo que uno de los problemas a los que apuntas es precisamente este... sobre este tema se habla poco y mal.. esto es, no se trata desde una perspectiva totalmente sincera sino lleno de topicos y bienquedas para no generar polemicas ni herir sensibilidades... Te agradeceria si me pudieras dar algunas referencias bibliograficas que consideres interesantes.. estoy comenzando desde la perspectiva biologica y hay temas que me resultan tremendamente incomodos pero quiero seguir avanzando.. graciass

    ResponderEliminar
  4. Sí, ese es el problema, que cuando hablas de esto tienes que estar todo el rato demostrando que eres feminista (si eres un hombre) o que no eres una feminazi (si eres mujer). Y cansa. Cansa mucho.

    Sobre bibliografía, te puedo decir que el artículo está basado en los libros:

    1)"Vacas, cerdos, guerras y brujas" de Marvin Harris (https://tinyurl.com/prwsh6a)
    2)"De animales a dioses" de Yuval Noah Harari (https://tinyurl.com/nmyr45v)

    Lo demás son ideas propias a base de leer artículos aquí y allá.

    Otra buena fuente son los artículos de Barbijaputa o su twitter (https://twitter.com/barbijaputa), aunque no sigue ninguna aproximación biológica.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cálculo de calorías: el sistema Atwater

Los límites de la visión humana

Transporte del colesterol