Mis análisis de colesterol
Ayer me dieron los resultados de mi análisis de sangre. En julio de 2014, más o menos, cambié la dieta a raíz de leer Lo que dice la ciencia para adelgazar y, en paralelo, empece a hacer los ejercicios de Desencadenado. Previamente practicaba ciclismo de montaña (casi a diario) y seguía una dieta baja en grasas con un consumo medio de alimentos procesados.
Como consecuencia de los cambios bajé de peso: de 73 a 65 kilos (mido 1,72 metros, para más señas). Mi porcentaje de grasa corporal anda en torno al 12-15% y he pasado de sobrepeso a normopeso. He reducido las tallas de pantalones de 44 a 40 (tallas españolas), y las camisetas de L a S. Además, el estado general de salud también ha mejorado mucho, como comenté en esta entrada anterior.
Sin embargo, hasta hoy no me había vuelto a controlar el nivel de colesterol de sangre. Bueno, sí había medido mi colesterol total con un medidor doméstico, para comprobar que no se fuese por las nubes, y las medidas eran estables. Llegaron a bajar a 180, pero se mantenían entre 200 y 240, con picos de 244. Es decir, lo de siempre.
El caso es que mi mujer fue a la medica de cabecera el otro día y le dijo que me pasase a hacerme un análisis que hacía mucho que no iba, así que accedí y fui. Estos son los resultados que me dieron:
Um, el colesterol total está muy alto. Mucho más alto que en análisis anteriores (231 y 196 en los dos previos). Tan alto que da miedito.
Entonces la medica metió los numeritos en su calculadora de riesgo cardiovascular y me dijo:
Me quedé así:
En ese momento le pregunte que por qué dos semanas antes en otro análisis, que me hicieron en el trabajo, me había dado 244 de colesterol total. Que si variaba tanto en el tiempo. Y me dijo que sí, que en una o dos semanas puede variar. No tanto como los trigliceridos o la glucosa, pero que sí varía. Lo cual me dejo dudando sobre la efectividad de medir el colesterol en un momento determinado, en lugar de medir su media o la tendencia (algo parecido a lo que pasa con la tensión).
Le pregunte si había algo más reseñable y me dijo que no, que todo bien. Que le resultaba curioso que tuviera bajos los eosinófilos, porque todo el mundo los tiene altos por la alergía al polen. Esto no tiene nada que ver con el colesterol, pero ya venía yo notando que se me había quitado la alergía (y yo siempre he sido muy alérgico) ¿Tendrá que ver con reducir drasticamente, -hasta casí cero- mi ingesta de cereales/gluten? Me sigo resistiendo a pensar que esta sea la razón, pero cada vez veo más señales en ese sentido (y no solo en mi, sino también en mi mujer). Seguiremos investigando eso, pero vamos a lo que nos atañe: el colesterol.
Ya con mis resultados, y con los de los dos análisis anteriores, que le pedí que me imprimiera a mi médica, me marché a casa a jugar con los números.
Al llegar a casa busqué calculadoras de riesgo cardiovascular para comprobar mis análisis anteriores con el actual. Los valores de colesterol total-HDL-LDL de los tres últimos análisis son:
Si nos fijamos en el total, el experimento de cambiar la dieta ha sido un auténtico fiasco. Pero hay que fijarse es un pequeño detalle: el colesterol HDL (el bueno) del análisis actual es altísimo. De hecho, no lo había tenido tan alto en mi vida, casi siempre andaba en torno al 50 o menos. Esto es coherente con los estudios en los que algunas grasas saturadas (de las que ahora consumo más) suben el colesterol total, pero más el HDL en proporción.
No debemos olvidarnos de que el hecho de que el colesterol cause enfermedad cardiovascular es una hipótesis. Habéis leído bien: una hipótesis. Nadie ha demostrado que el colesterol sea la causa de los ateromas (taponamientos en las arterías). Cuando una artería se tapona, aparecen depósitos de colesterol, pero eso no quiere decir que sea la causa; en esos tapones también hay macrófagos muertos, y nadie le ha echado la culpa a "tener muchos macrófagos". Si sigues sin creértelo, tienes información exhaustiva sobre colesterol en este artículo.
¿Y por qué se usa entonces? Porque los valores de colesterol están correlacionados con la enfermedad cardiovascular. Son lo que se llama un marcador: un valor (el colesterol) que sirve para predecir el valor de otra variable (la enfermedad cardiovascular). Aquí es importante saber la diferencia entre correlación (marcador) y causalidad (causa real de algo) (si no la tienes clara lee por favor el artículo enlazado antes de seguir).
¿Quiere esto decir que nos olvidamos de los análisis y tan contentos? Pues no, pero desde luego no hay que tomarlos como algo escrito en piedra y tajante, como tenemos asumido la mayoría. Ojo: esto lo mismo vale si te salen mal, como si te salen bien. Hay gente que porque le salen bien los análisis se permite comer mal, fumar o no hacer ejercicio, por ejemplo. Les deseo lo mejor y mucha suerte (que la van a necesitar).
Ahora que ya sabemos que el colesterol es un marcador, vamos a aplicarlo para comprobar si los valores del análisis son buenos o malos. Para ello usaremos el estudio Framingham, que es un conjunto de datos de voluntarios a lo largo de muchísimos años (se lleva haciendo desde 1948) donde se apuntaban los niveles de colesterol, el IMC, tensión, glucosa, etc. y los eventos cardiovasculares (infartos, anginas, arritmias, ...). En un futuro post profundizaremos en este estudio, porque es muy interesante.
Gracias a esos datos, se han confeccionado varios modelos estadísticos que predicen enfermedades o eventos a partir de los análisis. Recordemos que en ocasiones son correlaciones, sin causa-efecto demostrada. También recordemos que las variables que se introducen son las que se han medido.
A lo mejor el nivel de actividad o la vitamina D en sangre también influyen en el riesgo, pero si no se han medido en el estudio, no se pueden usar para predecir nada. Esto es así incluso aunque fueran mejores predictores. Es la limitación que tienen estos estudios. No obstante, como es de lo mejorcito que tenemos hoy por hoy para calcular el riesgo, pues lo vamos a usar.
Así pues, metemos los valores de los tres análisis en el predictor de riesgo cardiovascular y obtenemos los siguiente porcentajes de riesgo cardiovascular a 10 años:
Vuelvo a poner los valores de los análisis para facilitar la lectura de las observaciones que desgrano en el siguiente apartado.
Fijaos en el segundo análisis: el colesterol total es 231 frente a 263 en el actual. Cualquier persona media estaría muy alegre de bajar su colesterol de 263 a 231, ¿no? Pues sí, estaría muy contenta, pero su riesgo sería mucho mayor, como podéis ver. Se da la circunstancia de que 231 es el valor que obtuve con una dieta baja en grasa y 263 el que he obtenido con una dieta mediterránea baja en carbohidratos (no es exactamente eso, pero es a lo que más se acerca).
Es decir, imaginemos a una persona que come alimentos sin procesar y, entre otras cosas, queso y leche entera, y tiene 263 de colesterol. Esta persona se asusta y empieza a comer light y bajo en grasas y, como consecuencia, baja a 231 ¿Qué pensáis que pasaría? Muy probablemente esa persona piense que todo ha ido bien y siga comiendo bajo en grasas de por vida. ¿Y qué ha conseguido con eso? Por una parte aumentar su riesgo cardiovascular, y por otra, vivir como un desgraciado el resto de sus días porque no puede comer cosas que le gustan. Sobran más comentarios.
Otra curiosidad: el riesgo cardiovascular absoluto es de 3,6% a 10 años (el medio es 3,7% según la calculadora). Esto quiere decir que de aquí a 10 años, en un grupo de 100 personas con mis mismos niveles, solo 3,6 habrán desarrollado una enfermedad cardiovascular. Veamos que pasaría si tuviese un valor de colesterol total de 200 (el límite actual que usa la Seguridad Social en España) variando proporcionalmente el HDL (lo que nos daría 200 de total y 56 de HDL). En ese caso el riesgo absoluto sería de 3,4%.
¿Realmente es tan grave la diferencia como para hincharse a medicamentos, cambiar radicalmente la dieta y/o vivir medio angustiado? Yo no sé a vosotros, pero a mi desde luego no me compensa.
Os recuerdo los riesgos para ambos escenarios:
Como veis, el valor absoluto varía poco. Para mi gusto, muy poco (aunque reconozco que esto es una cuestión personal). Entonces, ¿a qué viene tanto revuelo? ¿Nos hacemos conspiranoicos? Yo creo que no. El problema es que si estos números los extrapolas a una población muy grande estarás salvando muchas vidas porque un 3,6% de 40 millones son 1,44 millones de personas, mientras que un 3,4% son 1,36 millones (40.000 personas menos).
Es decir, los porcentajes de riesgo se ven distintos cuando se aplican a toda la población que cuando se aplican a un solo individuo. Esta es la razón de que las autoridades apliquen planes de prevención y de que se intenten bajar los límites superiores de colesterol cada dos por tres. Obviamente también hay presiones económicas, pero no quiero pensar que lo son todo en estos vaivenes.
Otra interpretación interesante es el riesgo relativo. Se llama riesgo relativo a la proporción de un valor de riesgo frente a otro y es una forma habitual de redactar las noticias sobre salud (por desgracia). Esto se hace simple y llanamente paraacojonar llamar la atención.
Fijaos que de mi análisis real al recomendado la diferencia en riesgo absoluto es de 0,2% más, pero en riesgo relativo es de casi un 6% más. Dicho así suena fatal, pero si vemos los valores absolutos la cosa cambia. Es decir, nunca os fijéis en un riesgo relativo, porque no informan de nada (una persona que solo tiene un euro y dobla su patrimonio pasa a tener 2 euros, una persona que tiene un millón y dobla su patrimonio..., ah, amigo).
Por último, se me ocurrió hacer la prueba de qué pasaría si yo fuera una mujer. Los resultados son sorprendentes:
Una mujer con mi nivel de HDL y parámetros de tensión tendría que tener un colesterol total de 335 para igualar mi riesgo cardiovascular. Vosotros diréis, pero yo si fuera mujer viviría muy tranquila con mi colesterol.
Os invito a jugar y hacer vuestras propias pruebas con la calculadora cambiando la edad, la tensión, los hábitos, etc. Os daréis cuenta de que lo que nos venden por la tele y lo que realmente es no coincide.
Por último (y ya acabo, sí), si os fijáis, en ningún momento hemos introducido parámetros como la actividad física u otros marcadores existentes que a día de hoy se sabe que predicen el riesgo cardiovascular. Por lo tanto, con los mismos valores, los modelos darán la misma predicción de riesgo para una persona que pasa el día sentada en su sofa que para una persona deportista. O para una persona que se alimente mal y otra que se alimente bien. Así que cuidado con lo que interpretamos.
Visto lo visto seguiré comiendo como hasta ahora y controlándome el colesterol porque es una fuente de información más y hay que ser muy descerebrado para no ir nunca al médico, ni cuidarse la salud un poquito.
Pero de ahí a restringir la dieta a la ligera o tomar estatinas o danacol, por ejemplo, hay un gran paso. Medicarse o no es algo muy valorable por cada persona en particular, no algo que se tenga que aplicar basado en un protocolo numérico. Y en el caso del colesterol, como ha dicho reiteradas veces Ben Goldacre, no se está informando ni dando a elegir a la gente. A mi, por lo menos, no me vuelven a tomar el pelo más.
Como dijo Anaxágoras: si me engañas una vez la culpa es tuya; si me engañas dos es mía.
Como consecuencia de los cambios bajé de peso: de 73 a 65 kilos (mido 1,72 metros, para más señas). Mi porcentaje de grasa corporal anda en torno al 12-15% y he pasado de sobrepeso a normopeso. He reducido las tallas de pantalones de 44 a 40 (tallas españolas), y las camisetas de L a S. Además, el estado general de salud también ha mejorado mucho, como comenté en esta entrada anterior.
El análisis
Sin embargo, hasta hoy no me había vuelto a controlar el nivel de colesterol de sangre. Bueno, sí había medido mi colesterol total con un medidor doméstico, para comprobar que no se fuese por las nubes, y las medidas eran estables. Llegaron a bajar a 180, pero se mantenían entre 200 y 240, con picos de 244. Es decir, lo de siempre.
El caso es que mi mujer fue a la medica de cabecera el otro día y le dijo que me pasase a hacerme un análisis que hacía mucho que no iba, así que accedí y fui. Estos son los resultados que me dieron:
- Colesterol total: 263
- Colesterol HDL (el "bueno"): 73
- Colesterol LDL (el "malo"): 180
- Tensión: 125/65
Um, el colesterol total está muy alto. Mucho más alto que en análisis anteriores (231 y 196 en los dos previos). Tan alto que da miedito.
Entonces la medica metió los numeritos en su calculadora de riesgo cardiovascular y me dijo:
Me quedé así:
En ese momento le pregunte que por qué dos semanas antes en otro análisis, que me hicieron en el trabajo, me había dado 244 de colesterol total. Que si variaba tanto en el tiempo. Y me dijo que sí, que en una o dos semanas puede variar. No tanto como los trigliceridos o la glucosa, pero que sí varía. Lo cual me dejo dudando sobre la efectividad de medir el colesterol en un momento determinado, en lugar de medir su media o la tendencia (algo parecido a lo que pasa con la tensión).
Le pregunte si había algo más reseñable y me dijo que no, que todo bien. Que le resultaba curioso que tuviera bajos los eosinófilos, porque todo el mundo los tiene altos por la alergía al polen. Esto no tiene nada que ver con el colesterol, pero ya venía yo notando que se me había quitado la alergía (y yo siempre he sido muy alérgico) ¿Tendrá que ver con reducir drasticamente, -hasta casí cero- mi ingesta de cereales/gluten? Me sigo resistiendo a pensar que esta sea la razón, pero cada vez veo más señales en ese sentido (y no solo en mi, sino también en mi mujer). Seguiremos investigando eso, pero vamos a lo que nos atañe: el colesterol.
Ya con mis resultados, y con los de los dos análisis anteriores, que le pedí que me imprimiera a mi médica, me marché a casa a jugar con los números.
Comparación con análisis anteriores
Al llegar a casa busqué calculadoras de riesgo cardiovascular para comprobar mis análisis anteriores con el actual. Los valores de colesterol total-HDL-LDL de los tres últimos análisis son:
- Actual: 263-73-180
- Anterior: 231-41-165
- Más anterior: 196-51-132
Si nos fijamos en el total, el experimento de cambiar la dieta ha sido un auténtico fiasco. Pero hay que fijarse es un pequeño detalle: el colesterol HDL (el bueno) del análisis actual es altísimo. De hecho, no lo había tenido tan alto en mi vida, casi siempre andaba en torno al 50 o menos. Esto es coherente con los estudios en los que algunas grasas saturadas (de las que ahora consumo más) suben el colesterol total, pero más el HDL en proporción.
No debemos olvidarnos de que el hecho de que el colesterol cause enfermedad cardiovascular es una hipótesis. Habéis leído bien: una hipótesis. Nadie ha demostrado que el colesterol sea la causa de los ateromas (taponamientos en las arterías). Cuando una artería se tapona, aparecen depósitos de colesterol, pero eso no quiere decir que sea la causa; en esos tapones también hay macrófagos muertos, y nadie le ha echado la culpa a "tener muchos macrófagos". Si sigues sin creértelo, tienes información exhaustiva sobre colesterol en este artículo.
¿Y por qué se usa entonces? Porque los valores de colesterol están correlacionados con la enfermedad cardiovascular. Son lo que se llama un marcador: un valor (el colesterol) que sirve para predecir el valor de otra variable (la enfermedad cardiovascular). Aquí es importante saber la diferencia entre correlación (marcador) y causalidad (causa real de algo) (si no la tienes clara lee por favor el artículo enlazado antes de seguir).
¿Quiere esto decir que nos olvidamos de los análisis y tan contentos? Pues no, pero desde luego no hay que tomarlos como algo escrito en piedra y tajante, como tenemos asumido la mayoría. Ojo: esto lo mismo vale si te salen mal, como si te salen bien. Hay gente que porque le salen bien los análisis se permite comer mal, fumar o no hacer ejercicio, por ejemplo. Les deseo lo mejor y mucha suerte (que la van a necesitar).
El estudio Framingham (jugando con los números)
Ahora que ya sabemos que el colesterol es un marcador, vamos a aplicarlo para comprobar si los valores del análisis son buenos o malos. Para ello usaremos el estudio Framingham, que es un conjunto de datos de voluntarios a lo largo de muchísimos años (se lleva haciendo desde 1948) donde se apuntaban los niveles de colesterol, el IMC, tensión, glucosa, etc. y los eventos cardiovasculares (infartos, anginas, arritmias, ...). En un futuro post profundizaremos en este estudio, porque es muy interesante.
Gracias a esos datos, se han confeccionado varios modelos estadísticos que predicen enfermedades o eventos a partir de los análisis. Recordemos que en ocasiones son correlaciones, sin causa-efecto demostrada. También recordemos que las variables que se introducen son las que se han medido.
A lo mejor el nivel de actividad o la vitamina D en sangre también influyen en el riesgo, pero si no se han medido en el estudio, no se pueden usar para predecir nada. Esto es así incluso aunque fueran mejores predictores. Es la limitación que tienen estos estudios. No obstante, como es de lo mejorcito que tenemos hoy por hoy para calcular el riesgo, pues lo vamos a usar.
Así pues, metemos los valores de los tres análisis en el predictor de riesgo cardiovascular y obtenemos los siguiente porcentajes de riesgo cardiovascular a 10 años:
- Análisis actual: 3,6%
- Análisis anterior: 5,2%
- Análisis más anterior: 3,6%
Vuelvo a poner los valores de los análisis para facilitar la lectura de las observaciones que desgrano en el siguiente apartado.
- Análisis actual: 263-73-180
- Análisis anterior: 231-41-165
- Análisis más anterior: 196-51-132
Observaciones
Fijaos en el segundo análisis: el colesterol total es 231 frente a 263 en el actual. Cualquier persona media estaría muy alegre de bajar su colesterol de 263 a 231, ¿no? Pues sí, estaría muy contenta, pero su riesgo sería mucho mayor, como podéis ver. Se da la circunstancia de que 231 es el valor que obtuve con una dieta baja en grasa y 263 el que he obtenido con una dieta mediterránea baja en carbohidratos (no es exactamente eso, pero es a lo que más se acerca).
Es decir, imaginemos a una persona que come alimentos sin procesar y, entre otras cosas, queso y leche entera, y tiene 263 de colesterol. Esta persona se asusta y empieza a comer light y bajo en grasas y, como consecuencia, baja a 231 ¿Qué pensáis que pasaría? Muy probablemente esa persona piense que todo ha ido bien y siga comiendo bajo en grasas de por vida. ¿Y qué ha conseguido con eso? Por una parte aumentar su riesgo cardiovascular, y por otra, vivir como un desgraciado el resto de sus días porque no puede comer cosas que le gustan. Sobran más comentarios.
Otra curiosidad: el riesgo cardiovascular absoluto es de 3,6% a 10 años (el medio es 3,7% según la calculadora). Esto quiere decir que de aquí a 10 años, en un grupo de 100 personas con mis mismos niveles, solo 3,6 habrán desarrollado una enfermedad cardiovascular. Veamos que pasaría si tuviese un valor de colesterol total de 200 (el límite actual que usa la Seguridad Social en España) variando proporcionalmente el HDL (lo que nos daría 200 de total y 56 de HDL). En ese caso el riesgo absoluto sería de 3,4%.
¿Realmente es tan grave la diferencia como para hincharse a medicamentos, cambiar radicalmente la dieta y/o vivir medio angustiado? Yo no sé a vosotros, pero a mi desde luego no me compensa.
Os recuerdo los riesgos para ambos escenarios:
- Mi análisis (263-73): 3,6%
- Lo recomendado con mi proporción de HDL (200-56): 3,4%
Como veis, el valor absoluto varía poco. Para mi gusto, muy poco (aunque reconozco que esto es una cuestión personal). Entonces, ¿a qué viene tanto revuelo? ¿Nos hacemos conspiranoicos? Yo creo que no. El problema es que si estos números los extrapolas a una población muy grande estarás salvando muchas vidas porque un 3,6% de 40 millones son 1,44 millones de personas, mientras que un 3,4% son 1,36 millones (40.000 personas menos).
Es decir, los porcentajes de riesgo se ven distintos cuando se aplican a toda la población que cuando se aplican a un solo individuo. Esta es la razón de que las autoridades apliquen planes de prevención y de que se intenten bajar los límites superiores de colesterol cada dos por tres. Obviamente también hay presiones económicas, pero no quiero pensar que lo son todo en estos vaivenes.
Otra interpretación interesante es el riesgo relativo. Se llama riesgo relativo a la proporción de un valor de riesgo frente a otro y es una forma habitual de redactar las noticias sobre salud (por desgracia). Esto se hace simple y llanamente para
Fijaos que de mi análisis real al recomendado la diferencia en riesgo absoluto es de 0,2% más, pero en riesgo relativo es de casi un 6% más. Dicho así suena fatal, pero si vemos los valores absolutos la cosa cambia. Es decir, nunca os fijéis en un riesgo relativo, porque no informan de nada (una persona que solo tiene un euro y dobla su patrimonio pasa a tener 2 euros, una persona que tiene un millón y dobla su patrimonio..., ah, amigo).
Por último, se me ocurrió hacer la prueba de qué pasaría si yo fuera una mujer. Los resultados son sorprendentes:
- Mi análisis (263-73): 2,7%
- Lo recomendado con mi proporción de HDL (200-56): 2,3%
Una mujer con mi nivel de HDL y parámetros de tensión tendría que tener un colesterol total de 335 para igualar mi riesgo cardiovascular. Vosotros diréis, pero yo si fuera mujer viviría muy tranquila con mi colesterol.
Os invito a jugar y hacer vuestras propias pruebas con la calculadora cambiando la edad, la tensión, los hábitos, etc. Os daréis cuenta de que lo que nos venden por la tele y lo que realmente es no coincide.
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Por último (y ya acabo, sí), si os fijáis, en ningún momento hemos introducido parámetros como la actividad física u otros marcadores existentes que a día de hoy se sabe que predicen el riesgo cardiovascular. Por lo tanto, con los mismos valores, los modelos darán la misma predicción de riesgo para una persona que pasa el día sentada en su sofa que para una persona deportista. O para una persona que se alimente mal y otra que se alimente bien. Así que cuidado con lo que interpretamos.
Conclusión
Visto lo visto seguiré comiendo como hasta ahora y controlándome el colesterol porque es una fuente de información más y hay que ser muy descerebrado para no ir nunca al médico, ni cuidarse la salud un poquito.
Pero de ahí a restringir la dieta a la ligera o tomar estatinas o danacol, por ejemplo, hay un gran paso. Medicarse o no es algo muy valorable por cada persona en particular, no algo que se tenga que aplicar basado en un protocolo numérico. Y en el caso del colesterol, como ha dicho reiteradas veces Ben Goldacre, no se está informando ni dando a elegir a la gente. A mi, por lo menos, no me vuelven a tomar el pelo más.
Como dijo Anaxágoras: si me engañas una vez la culpa es tuya; si me engañas dos es mía.
Excelente informe personal y bien analizado. Te hago una consulta, los exámenes anteriores de qué fechas son?
ResponderEliminarExcelente informe personal y bien analizado. Te hago una consulta, los exámenes anteriores de qué fechas son?
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